Los almorávides eran musulmanes beréberes, procedentes del Norte de África, que aplicaban con un rigor fanático las doctrinas del Corán, realizando una interpretación al pie de la letra de sus textos religiosos. Además, los almorávides hacían de la guerra santa su principal virtud.

Los almorávides, al mando de Yusuf ibn-Tashfin, acuden a la llamada de los reyes de Sevilla, Granada y Badajoz, e invaden la Península con un gran ejército africano de 70.000 hombres. El rey cristiano Alfonso VI consigue reunir también un numeroso ejército. El choque bélico entre ambos ejércitos se produce cerca de Badajoz, en Sagrajas (Al-Zalaca 1086), donde los cristianos sufren una importante derrota. Aprovechando la victoria, Yusuf convertirá el auxilio a los reyes de taifas en una expansión por el territorio peninsular, conquistando uno a uno todos los reinos peninsulares, de manera que se consigue una recuperación del dominio musulmán ante el avance cristiano. El último en ocupar será el reino aftasí de Badajoz que caerá en el año 1094. La intolerancia religiosa de los almorávides provocará la huida de los últimos mozárabes hacia los territorios cristianos del Norte.